martes, 25 de agosto de 2015

La resistencia judía ante los nazis.

Los abogados defensores de los nazis preguntaron con insistencia a los judíos que asistieron a las sesiones del proceso de Nuremberg si de alguna forma se habían opuesto a las agresiones de los acusados, si habían hecho algo para oponerse a los nazis.

La pregunta no pudo ser más cruel, porque era sabido que la lucha de los judíos contra los nazis, cuando fue posible, fue tan desigual que desde el principio estaba condenada al fracaso.

La pregunta, además, era capciosa, porque contestar que los judíos no hicieron nada por defenderse, suponía borrar la distancia, el abismo que media entre la víctima y su verdugo, como si dijéramos que la barbarie nazi sólo alcanzó su punto máximo por la pasividad de sus víctimas.

Pero contestar que los judíos lo hicieron todo por defenderse (todo lo que podían hacer en las circunstancias de aquella época), quizás hubiera permitido a los abogados defensores de los nazis hacer pasar por acciones de guerra lo que sólo fue exterminio. Podemos decir que Alemania estuvo en guerra con Inglaterra, pero jamás podríamos decir que Alemania estuviera en guerra con los judíos.

La ideología que se oculta en tal pregunta es la misma que puso al frente de los campos de exterminio la más cínica de las frases: Arbeit macht frei. El trabajo os hará libres.

Entrada al Campo de concentración de Sachsenhausen

La pregunta, sin embargo, por torpe y cínica que sea, merece una respuesta.


La lucha armada fue probablemente un acto residual. No era el pueblo judío una nación preparada para la lucha. No existía un Estado Judío. No existía un ejército judío. Los enfrentamientos armados, a pesar de todo, existieron.

Las acciones de resistencia, por otra parte, tanto individual como colectiva, no fueron infrecuentes.

No hace falta añadir que la represión nazi de todas estas acciones fue brutal.

Están documentadas las rebeliones en los campos de concentración de Sobibor, Treblinka y Birkenau.

En Bélgica, Alemania, Holanda y Hungría los judíos se centraron en auxiliar y apoyar a los grupos de resistencia.

En Francia, además, participaron activamente en la lucha armada, incluyendo acciones contra los colaboracionistas, y actos de sabotaje contra instalaciones e infraestructuras de interés militar.

En Argelia, los jóvenes judíos organizaron grupos de defensa que, en noviembre de 1942, tuvieron una importancia clave en la toma de posiciones en el Norte de África por los aliados.

En los guetos de los países de Europa Oriental la lucha por la supervivencia se centró en eludir las medidas que impedían el avituallamiento: el contrabando de alimentos, de ropa, de medicamentos y otros artículos necesarios le permitió a los judíos sobrevivir, por un poco más de tiempo.

Tuvo gran importancia también la resistencia espiritual, la “santificación de la vida”, como una forma de luchar contra la deshumanización y conservar la dignidad. Así, se organizaron escuelas, teatros, orquestas, periódicos, grupos para la observancia de las obligaciones religiosas y otras actividades similares.

“En realidad, hasta el cuidado por la limpieza del ser humano en un lugar como Auschwitz era en cierto modo el cuidado de la dignidad y el espíritu humanos, y muchas veces eso ayudaba al cuidado de la voluntad de vivir de los prisioneros del campo – lo cual era de máxima importancia para su supervivencia” (Primo Levi).

Asimismo se organizaron grupos que proveían a los judíos de documentación falsa, favorecían su ocultamiento o la huida hacia países que se consideraban más seguros por no haber sido todavía ocupados por los nazis.

El incumplimiento de las obligaciones que los nazis impusieron a los judíos no deja de ser un acto de resistencia.

Para la adecuada valoración de todas estas acciones basta saber que los judíos no disponían de armas, ni estaban adiestrados para la lucha, ni tuvieron la oportunidad de organizar una acción eficaz, al estar confinados en guetos y campos de concentración aislados unos de otros, y que el más mínimo acto de resistencia era sancionado con la máxima violencia.

Aún así, en varios guetos de Polonia, Lituania, Bielorrusia y Ucrania, surgieron grupos clandestinos cuyo objetivo era la lucha armada, más o menos organizada, y totalmente desesperada, pues ¿era posible poner fin por la fuerza al exterminio del pueblo judío? Incluso la huida del gueto para unirse a la lucha de las unidades de partisanos era poco menos que imposible.

Esto dio lugar a enfrentamientos entre los grupos clandestinos que llamaban a la lucha armada, y los Consejos Judíos (Judenräte), que esperaban salvar, por lo menos, a parte de los recluidos gracias al trabajo en las fábricas de los alemanes.

El mayor levantamiento de los judíos, que logró resonancia en todo el mundo, fue el levantamiento del gueto de Varsovia del 19 de abril al 8 de mayo de 1943.

El 28 de agosto las organizaciones de jóvenes sionistas crearon la “Organización Judía Combatiente”. Hasta el fin de las deportaciones, el día 13 de septiembre, la Organización llevó a cabo diversas acciones que, sin embargo, no llegaron a impedir tales deportaciones.

En octubre y noviembre de 1942, se unieron a la Organización Judía Combatiente la mayoría de los partidos y movimientos clandestinos del gueto.

La Organización encontró caminos nuevos para la adquisición de armas gracias a los vínculos con las organizaciones clandestinas polacas. Comenzó también la fabricación en el gueto de bombas incendiarias. Desde el gueto de Varsovia se enviaron delegados hacia otros guetos para impulsar también en ellos la rebelión armada.

El movimiento revisionista, que no se unió a la Organización, formó su propio grupo de lucha armada, la “Unión Militar Judía”.

El 18 de enero de 1943 los alemanes renovaron las deportaciones desde el gueto de Varsovia. La Organización Judía Combatiente respondió, a pesar de que todavía contaba con muy pocas armas, y se produjeron los primeros combates callejeros en la Varsovia ocupada.

El 21 de enero los alemanes suspendieron los envíos de deportados. Las dos organizaciones clandestinas judías, la “Organización Judía Combatiente” y la “Unión Militar Judía”, aprovecharon el respiro para apurar sus preparativos para la rebelión, y la población civil preparó búnkeres subterráneos para esconderse y atrincherarse en ellos. Cerca de la fecha de la rebelión las dos organizaciones acordaron coordinar sus acciones.

El 19 de abril de 1943, vísperas de la fiesta de Pesaj, entraron al gueto tropas alemanas en gran número, con el objetivo de renovar las deportaciones hacia el exterminio.

Se encontraron con una resistencia muy bien organizada de combatientes judíos, viéndose obligadas a retirarse de la zona de combate. Dos hechos sorprendieron a los alemanes y despertaron una profunda impresión en la Europa ocupada:

En primer lugar, el éxito alcanzado por los judíos, en las condiciones de hambre y aislamiento del gueto, de formar una fuerza militar capaz de defenderse de los alemanes.

En segundo lugar, el tiempo prolongado que se requirió para reprimir la rebelión, a pesar de la desproporción entre la fuerza militar de los alemanes y la de los judíos.

El 10 de mayo varias decenas de combatientes lograron salir del gueto a través de las cloacas, llegando hasta la zona boscosa de Wyszkow, donde intentaron continuar con la lucha de partisanos contra los alemanes.

Durante el mes de junio de 1943, continuaron los combates de unos pocos grupos pequeños sobre el terreno del gueto ya destruido.

En la “Rebelión de la Varsovia Polaca” del verano de 1944 lucharon en las filas de los rebeldes unos mil judíos, y también una sección de la “Organización Judía Combatiente”, sobreviviente de la rebelión del gueto de Varsovia, y una unidad denominada “Brigada Judía Internacional”, que se organizó entre los prisioneros liberados del campo Gesia. La mayoría de los combatientes de esa unidad eran judíos de Grecia.

La “Organización judía combatiente” en otros guetos

En varios guetos de Polonia se creó una organización militar clandestina con el nombre de Organización Judía Combatiente, bajo la influencia de la Organización del Gueto de Varsovia, y con una estructura similar, es decir, sobre la base de la unión de organizaciones diversas, fundamentalmente de la juventud sionista, aunque también comunista y del Bund.

En los guetos pequeños la preparación de una fuerza para la rebelión resultó más complicada que en el Gueto de Varsovia, pues era más difícil mantener en secreto los preparativos y contactar con organizaciones clandestinas no judías.

A pesar de esto, logró organizarse en varios guetos la Organización Judía Combatiente, que llevó a cabo levantamientos armados o logró abrirse paso a través de los muros del gueto para unirse a la lucha de partisanos de la zona.

Gran repercusión, aunque no como la del levantamiento del gueto de Varsovia, tuvo la rebelión en el gueto de Bialistok, que estalló el 16 de agosto de 1943. La rebelión duró varios días. La mayoría de los luchadores, y entre ellos el comandante de la Organización Judía combatiente, Mordejai Tenenboim (“Tamarof”), cayeron en la lucha. Varias decenas de luchadores lograron salir del gueto incidentalmente durante la lucha. Continuaron luchando fuera del gueto, fundamentalmente en la unidad de partisanos judíos “Kadima”, que operaba en la zona.

También en los guetos de Bendin y Sosnowiecz desarrolló la Organización Judía Combatiente la resistencia armada (el 1 de agosto de 1943), y también en Tarnow (el 1 de septiembre de 1943)

En Cracovia la Organización Judía Combatiente renunció a preparar una rebelión dentro del gueto, porque fue su evaluación que, dadas las circunstancias, no había posibilidad alguna de éxito. En cambio decidieron, aún antes de la liquidación del gueto, trasladar la lucha contra los alemanes al lado “ario” de la ciudad. La Organización llevó a cabo varios ataques contra los alemanes en las calles de Cracovia. El más famoso entre ellos fue el ataque del 22 de diciembre de 1942 al club del ejército alemán Cyganeria.

En varios de los guetos las organizaciones de lucha armada tomaron otro nombre, aunque su organización fue similar a la de la Organización Judía Combatiente del gueto de Varsovia. Una de las organizaciones más importantes, y la primera entre ellas, fue la “Organización Partisana Unida” (P.P.O.) en el gueto de Vilna, que ya en el año 1942 comenzó a actuar.

El PPO no se conformó solamente con acciones locales sino que realizó un esfuerzo tremendo para despertar una ola de resistencia en todo el territorio de Europa Oriental. En enero de 1942 emitió el famoso llamamiento de Abba Kovner al combate armado contra los nazis. La Organización Partisana Unida no pudo realizar una rebelión dentro del gueto, pero logró sacar a varios cientos de luchadores hacia la lucha partisana en los bosques de Rudninkai y Naroch.

Una actividad similar, y muy enérgica, tuvo la “Organización Antifacista”, formada en el año 1942 en el gueto de Kovno. La organización operó hasta la liquidación del gueto en el verano de 1944. Tampoco allí llegaron las acciones hasta una rebelión en el gueto, pero muchos combatientes se unieron a los partisanos de la región. Parte de ellos se encontraron allí con los luchadores del gueto de Vilna.

También la organización del gueto de Minsk (Bielorrusia), realizó un trabajo muy amplio, y también allí el centro de la actividad de la organización fue sacar a combatientes al exterior para unirse con los partisanos de la región. La organización combatiente del gueto de Minsk comenzó a operar ya en diciembre de 1941, y luego de un breve lapso ya logró sacar un grupo para que se uniera a los partisanos.

Rebeliones en los guetos pequeños


En numerosos guetos pequeños la situación evolucionó hacia una rebelión armada generalizada, a veces en forma improvisada, debido a la presión del tiempo (las deportaciones hacia los campos de exterminio), y a veces después de sólo una breve preparación de la población judía del lugar, no justamente sobre la base de la orientación política previa.

Las rebeliones de guetos más famosas fueron:

25 de octubre de 1941.- Los judíos de las aldeas de Starodubsk y Tatarsk, en la región de Smolensk, se opusieron al confinamiento en guetos. No quedaron sobrevivientes. Sólo se tuvo noticia de este enfrentamiento a través de documentos de los nazis.

21 de julio de 1942.- Se levantaron los judíos del gueto de Kletsk. Incendiaron sus casas y huyeron del gueto por la fuerza.

22 de julio de 1942.- Se rebelaron los judíos del gueto de Nesvich.

9 de agosto de 1942.- Se rebelaron los judíos del gueto de Mir.

3 de septiembre de 1942.- Se rebelaron los judíos del gueto de Lachwa.

9 de septiembre de 1942.- Se rebelaron los judíos del gueto de Kremenets.

23 de septiembre de 1942.- Se rebelaron los judíos del gueto de Tuchin.

Rebeliones en los campos

Si la lucha armada en los guetos era posible, con todas las limitaciones expuestas, organizar la lucha en los campos de concentración era mucho más difícil.

La libertad de movimiento o de una comunicación mutua se veían reducidas al ámbito de la barraca o al del lugar de trabajo, y también allí el prisionero se hallaba bajo la vigilancia casi continua de la comandancia del campo.
Torre de vigilancia en el perímetro del Campo de Sachsenhausen
El mayor obstáculo para la organización de actividades de resistencia fue el terror al que estaban sometidos los prisioneros. Cualquier prisionero podía ser sometido a las torturas más salvajes, o ser asesinado debido a la transgresión más nimia, o sin causa alguna.

Hay que considerar además que en los campos de concentración fueron reunidos prisioneros provenientes de Holanda, Italia, Francia, Alemania, Polonia, Eslovaquia, Hungría... Muchas veces los prisioneros no podían comunicarse entre sí, al no existir una lengua común en la que hacerlo.

Pensemos también en el tiempo trágicamente breve que pasaban los prisioneros en los campos de concentración. Muchos de ellos apenas unas horas. Muchos ni siquiera horas, pues morían durante los traslados. El campo de exterminio de Birkenau ostentó el triste record de haber asesinado a veinticuatro mil personas en un solo día.

A esto se sumaban las condiciones de vida en los campos, que debilitaron a los prisioneros, hasta la muerte en muchos casos. Sin contar con que muchos de los prisioneros provenían de guetos, en los que ya habían padecido el hambre, la enfermedad y la violencia.

Restos de los hornos crematorios del Campo de Concentración de Sachsenhausen
El “principio de responsabilidad colectiva de los prisioneros”, es decir, la imposición de crueles castigos no solo a los infractores sino también a los que no habían participado en estas acciones de lucha,  dividió a los prisioneros y debilitó la oposición contra la opresión nazi.

Así se entienden las palabras de Vasili Grossman: “Uno podría pensar que para controlar a aquella enorme masa de prisioneros se necesitaría un ejército de vigilantes igual de enorme, millones de guardianes. Pero no era así. Durante semanas no se veía en los barracones un solo uniforme de las SS. En las ciudades - Lager eran los propios prisioneros los que habían asumido el deber de la vigilancia policial. Eran ellos los que velaban por que se respetara el reglamento interno en los barracones […] Daba la impresión de que, aunque las autoridades desaparecieran, los prisioneros mantendrían la corriente de alta tensión en los alambres, que no se desbandarían ni interrumpirían el trabajo.” (“Vida y Destino”).




En cuanto a la población civil en los alrededores del campamento, se aplicaba la pena de muerte, casi siempre sin proceso alguno, por cualquier ayuda a un prisionero fugado, o que estuviera planeando una rebelión, fundamentalmente si el prisionero era judío. Esto hacía sumamente difícil el establecimiento de vínculos y los esfuerzos para lograr ayuda por parte de la población civil de la zona.

A pesar de todas estas dificultades los prisioneros lograron organizar rebeliones en varios campos, y en decenas de otros campos llevar a cabo fugas organizadas para la incorporación a la actividad partisana de la zona.

Las rebeliones de los judíos más conocidas son las que se produjeron en tres campos de exterminio: Auschwitz-Birkenau II, Treblinka y Sobibor.

El 2 de agosto de 1943 estalló una rebelión en el campo de exterminio Treblinka.
La preparación había tomado varios meses. Se prepararon planes y armas blancas para atacar al personal del campo, en especial a los guardias ucranianos. Se planeó también el asalto al depósito de armas de los alemanes y los ucranianos. Unos seiscientos prisioneros participaron de la rebelión. La mayor parte de ellos cayó luchando por salir del campamento o inmediatamente después de la fuga. Pero varias decenas de prisioneros lograron salvarse. Algunos de ellos continuaron en la lucha contra los nazis hasta el día de la liberación.

El 14 de octubre de 1943 estalló una rebelión, muy bien preparada, en el campo de Sobibor.
Los rebeldes mataron a diez hombres de la SS y tomaron sus armas. En forma similar a lo ocurrido en Treblinka, la mayor parte de los rebeldes cayó en su intento por salir del campo o en las persecuciones posteriores. Decenas de prisioneros lograron fugarse y unirse a las unidades de los partisanos, entre ellas a la compañía de partisanos judíos bajo el comando de Iejiel Grinshpan, que operaba en los bosques de Parczew.

El 7 de octubre de 1944 estalló la rebelión de los prisioneros judíos en el mayor de los campos de exterminio, Auschwitz Birkenau II.
Los rebeldes eran prisioneros que pertenecían a un grupo especial, los sonderkommando, que eran obligados a trabajar en la incineración de los cadáveres de los asesinados. Los rebeldes mataron a varios de los hombres de la SS y destruyeron uno de los crematorios. Pero todos ellos cayeron en el combate. La rebelión resultó posible gracias al traslado de material explosivo por prisioneras judías que trabajaban, en un campo cercano, en la fábrica de municiones “Union”. Cuatro prisioneras, encabezadas por Rosa Robota, miembros de la organización clandestina del campo, fueron atrapadas y ahorcadas en público.

Entre las rebeliones ocurridas en otros campos hay que señalar las de los campos de Kruszyna (16 de diciembre de 1942), Minsk-Masoviecki (10 de enero de 1943), Krychow (16 de agosto de 1943), Lwow-Yanovska (19 de noviembre de 1943).

Otras fugas exitosas ocurrieron en los campos de Lublin, Krasnik, Msidanek, Ostrowiec Swietokrzyski, entre otros.

Campo de Concentración de Sachsenhausen

Campo de Concentración de Sachsenhausen

Rupert Mayer

Martin Niemöller

Clemens Högg

Theodor Winter

Lambert Horn

Esta entrada del blog se basa en el artículo publicado por Yad Vashem, titulado “La resistencia judía ante los nazis”, tomado de Odot HaShoá, The Holocaust Resource Center (El artículo completo aquí, y el original en hebreo aquí).